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No es un misterio para nadie de dónde proviene la frase “En el principio del crear de Di-os los cielos y la tierra…”, de hecho es quizás la frase más conocida y repetida de la Torá. Pero realmente cuántas de las millones de personas que han leído, repetido y estudiado esta frase desde la creación del mundo se han preguntado ¿Por qué fue con esta frase que se decidió dar inicio a una obra de tal magnitud y trascendencia como la biblia?

 

Precisamente el más importante comentarista de la Biblia, llamado Rabí Shlomo Itzjaki (mejor conocido como Rashi) comienza su obra explicando esta interrogante, y una de las respuestas que da es que si las naciones del mundo dicen a Israel: “Ustedes son asaltantes porque han conquistado las tierras de los siete pueblos de Kenáan, los israelitas les podrán explicar: “Toda la tierra es de Di-os; Él la creó (tal como narra el versículo) y la entregó a quien le pareció correcto… Por Su voluntad la entregó a ellos y por Su voluntad la tomó de ellos y la entregó a nosotros”.

 

Es decir: la Torá comienza con el relato de la creación sólo para explicar que así como Di-os creó el mundo, puede darle y quitarle la tierra a los pueblos como se le plazca.

 

Ahora bien, tampoco es un misterio para nadie que la pertenencia de la tierra de Israel por parte del pueblo de Israel ha sido desde siempre un asunto que no ha dejado de ser cuestionado, y es un arma empleada constantemente por los antisemitas para justificar sus posturas.

 

A respuesta de este cuestionamiento sobre la pertenencia de Israel por parte de los israelitas, cabe perfectamente un extracto del artículo La Muralla de Hierro del filósofo y precursor del sionismo Zeev Jabotinsky: “Si alguien sostiene que el sionismo es inmoral, respondo: no es verdad; el sionismo es moral y justo o inmoral e injusto. Pero esta es una cuestión que deberíamos haber establecido antes de convertirnos en sionistas. Nosotros ya hemos definido esta cuestión y en sentido afirmativo. Consideramos que el sionismo es moral y justo. Y dado que es moral y justo debe hacerse justicia, no importa se Jhon, Simon o Achmed están de acuerdo con esto o no. No hay otra moralidad”.

 

De esta cuestión moral se desprende también una cuestión ética: si Israel es la tierra que por herencia le corresponde al pueblo judío, ya sea por legado bíblico o legado histórico, se está hablando de Israel en su totalidad. No hay zonas más israelíes que otras dentro de Israel. Dejando a un lado el impacto sentimental que pueda surgir, entregar Hebron a otra nación es inmoralmente lo mismo que entregar Tel Aviv. Ambas son en escancia lo mismo y partes de Israel de igual manera.

 

Entregar parte de lo que es y fue tu nación por más de tres mil años a personas ajenas a ella sólo por el hecho de que algunos habitaban en ella anteriormente es ilógico. Tus derechos no varían dependiendo de que si durante un año o dos mil estuviste imposibilitado de ejercer soberanía. Y más aun, no sólo es que no han ejercido nunca soberanía allí, sino que además nunca han sido siquiera autónomos, formado algún tipo de gobierno, moneda, sistema legal, o siquiera un himno. Entregar tu casa a un tercero que nunca se ha establecido debidamente allí pasa de ser una cuestión inmoral para ser una cuestión ridícula.

 

La razón por la que este artículo comenzó citando una frase de la Torá es muy simple: el sionismo parte de un componente estrictamente religioso, y de hecho es de este componente que proviene el término empleado para definir este movimiento. Es obvio que sionismo proviene de la palabra Sion, el cuál es uno de los términos bíblicos con que se hace referencia a Jerusalén. Por lo tanto, el sionismo como movimiento que defiende la pertenencia de Israel por parte del pueblo judío, es innegablemente una concepción religiosa y esto responde a aquellos que dicen no ser antisemitas sino anti sionistas. Es imposible separar al sionismo del judaísmo y al judaísmo de Israel. Y valga la casualidad de que quienes dicen ser anti sionistas están en contra del 98% de la población judía mundial que se define como sionista ¡Pero no son antisemitas! Simplemente antes atacaban al judío de los pueblos, y ahora al ser esto políticamente incorrecto y sin justificativo social, optaron por atacar al judío de las naciones.

 

Si hay algo que debimos haber aprendido a lo largo de la historia es no depender de las demás naciones para garantizarnos nuestra seguridad y permanencia, tanto en nuestra tierra como en las demás. Aunque lo tengamos que aprender a los golpes nunca es tarde, no importa lo que hayamos pasado en la Rusia zarista, en Europa, la Unión Soviética, o con la traición francesa en la Guerra de los Seis Días. La lección debe ser aprendida y esto significa una sola cosa: a pesar de las opiniones públicas que podrían decir políticos israelíes como Shimon Peres o Tzipi Livni, el pueblo judío ha sobrevivido dos mil años sin Estados Unidos y podrá vivir otros dos mil años sin ellos. Obviamente no se está haciendo referencia a otra cosa sino aclarar que no se puede definir la política interior de un país, en este caso Israel, según los intereses de política exterior de otro. Entre países no hay amigos, hay aliados. Y cada uno vela por sus intereses propios.

 

Quien fue embajador de Israel en la ONU, Abba Eban lo explicó así: “Nadie le presta a Israel ningún servicio por proclamar su derecho a existir. El derecho de Israel a existir, al igual que el de los Estados Unidos, Arabia Saudita y otros estados, es axiomático e incondicional. La legitimidad de Israel no está suspendida en el aire a la espera de un reconocimiento… No hay ciertamente ningún otro Estado, grande o pequeño, joven o viejo, que consideraría el mero reconocimiento de su derecho a existir como un favor o una concesión negociable”.

 

Israel ya es un país constituido desde hace casi 65 y a pesar de ello es Israel el que siempre hace concesiones, gestos de buena voluntad y llamados a negociar, cuando el interés por formar una nación debería estar del otro lado. Entonces ¿Se está mostrando la imagen de un Estado fuerte? Más bien el interés y los incentivos por negociar y llegar al fin del conflicto deberían venir del lado que pide necesita un Estado.

 

Por más que nos guste verlo así el hecho de que Israel sea el que siempre da el primer paso no es visto por las demás partes como una muestra de buena intención para llegar a la paz, sino que más bien es percibido como una debilidad. ¿Por qué ser quienes siempre tenemos que dar el primer paso y ceder para que la otra parte nos deje con la mano extendida si más bien son ellos quienes deberían ser los interesados por formar su nación? ¿Cómo podemos llegar en buena posición a una mesa de negociación cuando antes de sentarnos ya hicimos concesiones que nadie nos pidió?.

 

Realmente lo que no se está haciendo es mostrar la imagen de un Estado fuerte que nos favorezca en nuestra relación con los interlocutores y nos traiga respeto, sino todo lo contrario: si ya cedemos a sus demandas aun antes de sentarnos a negociar ¿Para qué deben ellos sentarse con nosotros y hacer sus concesiones?.

 

La psicología que hay detrás de esto es muy sencilla: mientras tengas una mínima esperanza de que podrán expulsarnos de algún territorio o lograr algún tipo de resultado favorable para ellos, no negociarán esas esperanzas. Todo el mundo prefiere obtener victorias sin hacer concesiones. Las personas y los pueblos sólo efectúan concesiones cuando ya no tienen esperanzas de obtener resultados por alguna otra vía. Es ahí cuando los moderados se imponen y proponen concesiones mutuas para terminar con el conflicto.

 

El precursor del sionismo moderno también citado anteriormente, Zeev Jabotinsky, escribió en su artículo Ética de la Muralla de Hierro de la siguiente manera: “Ese hombre que anda paseándose por la calle tiene derecho a vivir sólo en la medida que reconoce mi derecho a la existencia. Pero si su intención es asesinarme, automáticamente para mí pierde ese derecho. Esa misma  regla se aplica a la relación entre los pueblos, pues de otra manera el mundo se transformaría en un ruedo de fieras salvajes donde sucumbiría no sólo el más débil sino también el más bueno“.

 

En la política internacional está siempre presente la reciprocidad. Si se trata de la vida, todos tienes derecho a vivir. Pero si se trata de desaparecer del mapa no hay motivo para que unos tengan más derecho que otros.

 

Por más que para defender una verdad tenga que usarse la fuerza, esta no deja de ser verdad. Y cuando se entienda que si una parte usa la fuerza se encontrará con una respuesta más fuerte e intransigente a las presiones de terceros que sólo buscan mantener el status quo, es ahí cuando entenderán que la única esperanza que les queda para obtener algún logro es negociando y cediendo en las presunciones.

 

Es ingenuo pensar que la creación de un Estado Palestino en Cisjordania pondrá fin al conflicto de un día para otro, más bien podría agravarlo. Si logran fundar un Estado con el reconocimiento internacional, el estado de euforia podría arrastrarlos a querer más ¿Si lograron esto qué dice que no pueden lograr más? y peor, al ser un Estado podrán comercializar con las demás naciones abiertamente y sin ningún tipo de control, pudiendo adquirir el armamento más sofisticado que les ofrezcan.

 

La creación de un país llamado Palestina en Cisjordania no pondrá por sí mismo fin al conflicto. Desde 1948 hasta 1967 toda Cisjordania incluida Jerusalem estuvo en manos árabes y eso no finalizó el conflicto, más bien lo agravó.

 

Para llegar a la verdadera paz luego de que se llegue a un acuerdo territorial es necesario tener una supremacía política, económica y militar tal que un poder de disuasión real impida que se lancen a otra aventura para ver si logran obtener más concesiones y una mejor posición, más poderosa ante su propio pueblo y los demás Estados. Y esto podría ocurrir al año o a los veinte años de haber firmado los acuerdos.

 

Menachem Begin escribió en su artículo Nuestro Derecho Sobre Eretz Israel: “Este es nuestro punto de vista, tanto en principio como en moral. No hay otro camino. Pero, ¿Qué pasaría si a pesar de todo llegara a triunfar un nuevo plan de partición? Es posible dividir la tierra pero no es posible dividir nuestro derecho. El derecho existe o no existe. Quién está dispuesto a renunciar al derecho de los judíos sobre Belén o Judea, ¿Qué podrá decir de Yafo o Tel Aviv? Quién está dispuesto a renunciar a Nabblus, ¿Cómo defenderá Beer Sheva? ¡ES IMPOSIBLE DIVIDIR UN DERECHO!”

 

“Eretz Israel ha sido la cuna del pueblo judío. Aquí se ha forjado su personalidad espiritual, religiosa y nacional. Aquí ha vivido como pueblo libre y soberano; aquí ha creado una cultura con valores nacionales y universales, y legó al mundo el eterno libro de los libros”.

 Preámbulo de la Declaración de Independencia de Israel

Sionismo: moral y eso...

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